El amor que nos sostiene
Hace dos años mi vida se quebró. El agotamiento, el burnout, me llevó a un lugar del que pensé que no podría salir. En medio de ese vacío, quienes me salvaron no fueron las fórmulas rápidas ni las promesas de éxito que tanto abundan hoy, sino mis animales. Ellos, con su presencia silenciosa, con su lealtad inquebrantable, me recordaron que la vida todavía tenía sentido.
Hace apenas una semana perdí a Petra, mi compañera de viaje, mi perra, mi niña. Se fue de repente, y aunque su ausencia pesa como un silencio que no termina, sé que el tiempo nos había regalado un último año para estar juntas cada día. Un regalo que no entendí en su momento, pero que hoy atesoro como lo más valioso.
Cuando decidí publicar mis libros, lo hice con tres propósitos muy claros:
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Concienciar en la importancia de cuidar la salud física, emocional y espiritual;
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Dar voz a los que no la tienen;
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Y ayudar a mis animales rescatados con los beneficios de cada venta.
No imaginaba que encontrarían tan buena acogida. Que lectores desconocidos me escribirían, que personas se acercarían en la calle a decirme que mis palabras les acompañan. En un mundo donde tantos autores luchan por ser leídos, cada reseña y cada mensaje son un milagro que agradezco con el corazón.
Pero en realidad, todo esto nunca fue solo sobre escribir libros. Fue, y es, sobre lo que nos mueve a todos en lo profundo: el amor. El amor que nos salva cuando creemos que no podemos más, el amor que nos invita a cuidarnos, a levantar la mirada y recordar que la vida no es una carrera de éxito, sino un viaje de conexión.
Hoy quiero invitarte a reflexionar sobre eso. ¿Qué o quién te sostiene en los momentos difíciles? ¿A qué o a quién le estás dando tu tiempo, tu energía, tu corazón? Tal vez, como me ocurrió a mí, descubras que la fuerza no está en la prisa ni en la exigencia, sino en el amor que entregas y recibes, incluso en formas que parecen pequeñas.
Porque al final, lo único que permanece, lo que de verdad nos mueve, es el amor. Hacia los demás, hacia los animales, hacia nosotros mismos. Cuidarlo y cultivarlo es quizás la tarea más urgente que tenemos en esta vida.